CAPITAL SOCIAL O TRABAJO SOCIAL?
Marcos Arruda
A partir de un artículo de Ismail Serageldin y Christiaan Grootaert, "Defining Social Capital: An Integrating View", 15/4/97, versão preliminar.
CONTENIDO
1. Sobre el Desarrollo Sustentable 2. Sobre el Crecimiento Económico 3. Sobre las Necesidades Humanas 4. Sobre el Capital Humano y el Capital Social 5. Que Prioridad a la Inversión en el Trabajo Creativo del Individuo Social? 6. Comentario Sobre las Definiciones de Capital Social en Serageldin y Grootaert
Los dos conceptos claves presentes en el debate son desarrollo sustentable y capital social. Pero otros temas ligados a los dos son presentados en el texto y merecen discusión. Entre ellos está el de la relatividad de las necesidades humanas, así también las nociones dominantes de economía, política y sociedad - y los sujetos subyacentes de ellas. Nuestro objetivo no es polemizar abstractamente los autores, sino que es buscar fundamentos concretos para enraizar la discusión y sacar de ella elementos para uma estrategia de acción hacia la redefinición de conceptos y la reconstrucción del mundo real.
1. Sobre el desarrollo sustentable
El concepto de desarrollo sustentable, yá en el inicio del ensayo, está afirmado como algo que implica un sentido de continuidad y de preocupación con el medio ambiente y con nuestros hijos (las próximas generaciones), "sin que implique en la necesidad de estagnación económica ni la reducción del nivel de vida." En mi opinión es inadecuado pensar el desarrollo solamente en cuanto desarrollo económico, y mucho menos solamente en cuanto crecimiento económico. En un ensayo reciente, escribí que la globalización centrada en la competencia y en la hegemonía del gran capital privado sobre la sociedad y el Estado:
"* reduce el concepto de desarrollo, identificándolo a crecimiento económico y a modernización y eficiencia productiva a nivel de empresa, tomada abstractamente de forma aislada. La interacción entre los agentes económicos, en consecuencia, es concebida como relación entre agentes aislados que interactuan a partir de sus intereses meramente individuales, en una disputa de vida o muerte, llamada competencia ;
* propaga por todo el mundo un concepto y una práctica de desarrollo exógeno y centrífugo, o "de arriba para abajo", que toma como parámetros los elementos culturales dominantes en las economías altamente industrializadas (valores, actitudes, comportamientos, aspiraciones, modos de relación), y como actores hegemónicos, los grupos económicos y financieros transnacionales, que son predominantemente originarios de los países ricos . Esta práctica aliena, porque separa personas, pueblos y naciones, de sus potencialidades más profundas; sacrifica la diversidad y la soberanía, y globaliza a expensas de lo nacional, de lo local, de lo diferente, de lo singular;
* subordina las economías nacionales, y sus respectivas superestructuras políticas a las estrategias y comportamientos de las empresas y grupos transnacionales, cuya lógica es predominantemente económica y mercantil, y cuya motivación principal es la ampliación de sus ganancias, de su productividad y de su competitividad, y no el desarrollo de pueblos, naciones y regiones del mundo . Hay amplia evidencia de que la compatibilidad entre ambos es contradictoria y, frecuentemente, negativa, sobretodo cuando pueblos y naciones pierden el poder soberano de definir, administrar y controlar su propio desarrollo; * fuerza a los agentes económicos a apropiarse virtualmente de todas las ganancias de la productividad en detrimento de los trabajadores y del empleo, concentrando siempre más capital y/o poder de decisión en un número reducido de personas y empresas/grupos económicos, marcando los mercados nacionales y mundiales con la tendencia al monopolio y al cartel. Tales estructuras promueven relaciones económicamente excluyentes y políticamente totalitarias. Bajo el prisma del desarrollo, esa tendencia totalitaria de la globalización competitiva se expresa en la abolición de todo proyecto de desarrollo que no esté centrado en el Mercado y en el capital, y de parcelas crecientes de poder nacional de regulación sobre flujos comerciales, recursos, invenciones, y hasta de inversiones. "Lanzados unos contra los otros, trabajadores, empresarios y gobernantes, entablan una lucha a muerte para prevalecer mediante la subordinación o eliminación del otro. Un sistema tal de relaciones, cuanto menos regulado y más dejado al arbitrio de los intereses dominantes, más concentrador y más destructivo se revela ";
* beneficia y hace crecer el sector privado a costa de la sociedad y del Estado, a través de este conjunto de políticas llamadas de "ajuste estructural", que incluyen privatización, desregulación y apertura de mercados, estabilización y crecimiento, transferencia del poder de decisión y del debate macroeconómico de los estados nacionales para las instituciones multilaterales, y estabilidad política fundada en la máscara del consenso;
* al globalizar la mercantilización de los seres humanos y de la Naturaleza, se convierten también en globales las formas de explotación y dominación de ambos, y con ellos las amenazas de rupturas socio-políticas y ambientales;
* adopta medidas sólo compensatorias y correctivas de los problemas, crisis y catástrofes ecosociales generadas por aquellas políticas, sin intentar ir a sus raíces. El sinnúmero de programas gubernamentales para aliviar el desempleo y la marginalización de los trabajadores emergen al lado del refuerzo del aparato de control y represión social, que no logra contener las olas crecientes de violencia urbana que afloran en las metrópolis del Hemisferio Sur como en las del Norte. En resumen, cuanta más riqueza y poder concentrados, más desigualdad y mayor el potencial de desorden y de caos social." (Arruda, 1997, 14-15).
En estes párrafos es posible identificar el desarrollo como algo muy diferente, más amplio y profundo de lo conciben los autores. Tratase del desarrollo humano y social, el seguimiento del proceso evolutivo de la naturaleza en la Historia humana, y de esta en etapas siempre superiores de complejidad social (y no sólo tecnológica), organización y conciencia. Tratase del ser humano como fuente de los potenciales y recursos para el desarrollo, así también como objetivo y como sujeto de su propio desarrollo.
Tampoco es acceptable la noción de que el desarrollo sustentable no implica en estagnación económica ni en reducción del nivel de vida. Si de un lado, es real que los recursos y la capacidad de la Tierra son limitados, de otro, el referencial de las generaciones del porvenir nos obliga a no agotar esos recursos, sino también establecer relaciones harmónicas con la Tierra, por las cuales sea posible un proceso cíclico de uso y restauración de los ecosistemas en una búsqueda siempre renovada de un equilibrio dinámico en esa relación. El único desarrollo sustentable es, por tanto, el desarrollo orientado a la producción, en términos cuantitativos, a penas de lo suficiente para el mantenimiento de la existencia digna y de la reproducción humana en equilibrio y harmonía dinámicos con la Naturaleza; el ecodesarrollo, es decir, un desarrollo en el cual al sistema como un todo es dada la posibilidad de generar recursos y regenerarse continuamente, y esto no por la interacción abstracta e impersonal de "las fuerzas del mercado", sino que a través de una planificación y un manejo inteligentes de la socio-economía y del uso de los recursos.
En los siguientes párrafos enunciamos los elementos centrales de un otro concepto de desarrollo y de sustentabilidad.
· "insistimos en que el genuino desarrollo no puede ser visto únicamente bajo el ángulo de la economía y de las finanzas; éstas debían ser tomadas únicamente como medios para el desarrollo pleno y multidimensional de cada persona y comunidad humana, a partir de los recursos actuales y potenciales de cada una, y respetando la diversidad de atributos materiales e inmateriales que caracteriza a la especie humana - lo que llamamos de noodiversidad . Toda ayuda externa y toda relación con agentes de fuera, debería ser únicamente para complementar a la movilización de las fuerzas y recursos internos para el desarrollo propio; · la idea del desarrollo propio de las comunidades y sociedades humanas y de cada una y uno de sus miembros puede ser llevada a la práctica en el interior mismo del proceso actual de globalización, a través de un gradual "empoderamiento" y educación de ellos para convertirse en sujetos concientes y activos de este autodesarrollo personal y colectivo, en un camino que va de lo micro hacia lo macro, englobando la democratización efectiva del acceso a los mercados, a los bienes productivos, al crédito y al saber; ; · es en este proceso que gana enorme importancia la práctica de un cooperativismo autónomo, autogestionario y solidario, que trae innovaciones en cuanto empresa-comunidad humana, y también en la relación de intercambio entre los diversos agentes; nuestro argumento es que la sociedad necesita superar la relativa inercia a la que se sometió, superando la cultura de la reivindicación y de la delegación, con sus alienadoras prácticas paternalistas y asistencialistas, por una cultura del autodesarrollo, de la autoayuda y de la complementaridad solidaria; el asociacionismo y el cooperativismo autogestionarios, transformados en proyecto estratégico, pueden ser los medios más adecuados para la reestructuración de la socio-economía en la nueva era que se anuncia; · visualizamos para el siglo XXI este nuevo actor y sujeto de poder y de construcción de la historia y de la evolución de la consciencia humana: la Sociedad Civil y cada una y uno de sus componentes , convertidos en sujetos conscientes y activos de su propio desarrollo, capaces de redefinir el papel del Estado -- a eso llamamos ciudadanía activa - y de subordinar la actividad económica a los objetivos mayores de la existencia humana en el Planeta: la sinergía de las consciencias, de las creatividades individuales en proceso de enlace solidario en todos los campos, desde la economía y el comercio hasta la ciencia, el arte, la estética, la ética y la espiritualidad; · a la evolución de este proceso personalizante y socializante al mismo tiempo, y que se construye de lo micro a lo macro, llamamos en este ensayo globalización cooperativa y solidaria. Es ella la única que servirá de contexto para una ciudadanía global efectiva . No se puede concebir la ciudadanía efectiva en la esfera global que no sea, al mismo tiempo, local y nacional; y no hay ciudadanía integral en el plano político, cultural e institucional, que no esté anclada en la praxis de una ciudadanía activa y plena también en el campo económico y financiero; · todas las medidas necesarias para estimular la ciudadanía global y de poner en práctica una democracia global -- instituciones globales de gobierno, estructuras de regulación, fiscalización y sanciones globales, un contrato social global, códigos que orienten la conducta de los diversos agentes y de las naciones, un sistema jurídico global, un estatuto de derechos y deberes de la ciudadanía global, etc. -- están subordinados a aquellos procesos de construcción de la ciudadanía activa y de una democracia integral e incluyente de todas las ciudadanas y ciudadanos a nivel local y nacional. Y tales objetivos exigen una educación adecuada, animada por el objetivo de elevar la consciencia para la creciente autonomía, autodesarrollo, autoeducación y autogobierno del individuo y de la colectividad. Esta educación solo puede existir si se funda en una metodología adecuada, que valoriza el conocimiento de cada persona y de cada colectividad, articula teoría y práctica y realiza la orquestración del desarrollo de la autoconciencia individual con el proceso colectivo de visualizar y de construir lo nuevo." (Arruda, 1997, 5-6).
2. Sobre el crecimiento económico
El crecimiento económico es una presuposición absoluta y doctrinaria, que proviene de la teoría económica neoclásica del capitalismo. Es central al pensamiento de los autores y a la propia manera del capitalismo de concebir su reproducción. A muchos autores, sin embargo, el crecimiento económico tiene límites inescapables, que son justamente los límites de la disponibilidad de los recursos naturales y de la capacidad de la Tierra de absorver y reciclar los desechos generados por ese crecimiento. La crítica que hacemos a la ideología abstracta y mítica de que un crecimiento ilimitado tiene una doble dimiensión: una, que hace parecer posible lo que de hecho es imposible; la otra, que pretende traer automaticamente respuestas a todos los problemas humanos y sociales, y generar automaticamente una distribución justa y equitativa de productos y beneficios del crecimiento.
El modelo productivista y consumista de organización de la economía, más allá del creciente agotamiento de los recursos de la Tierra, de grados crecientemente insustentables de polución de la camada atmosférica, de las águas y de la creciente depreciación y polución de los suelos, resulta también en una distorción y enajenación de la existencia y las relaciones entre seres humanos y entre naciones.
"El crecimiento económico es presentado como la panacea en cuanto en su interior caben tanto productos útiles e indispensables para la subsistencia y el bienestar humanos como la especulación, el tráfico de drogas y de armas, la producción de muerte, la prostitución, incluso infantil, la corrupción y el coste doble de la destrucción y de la subsiguiente reconstitución ambiental. Todo esto genera "producto o renta nacional" y es considerado "bueno" en el sistema de valores del mercado. Nuestra percepción es que detrás del éxito aparente del sistema de mercado que se globaliza, hay una profunda crisis del sentido de la existencia de cada ser humano y de cada sociedad del Planeta. En muchos lugares se llega a acumular excesos de riqueza y bienestar que conviven con excesos de carencia de lo más básico para una existencia digna. Ésto trae como consecuencia excesos de violencia de todo tipo. En los países llamados de "economía de mercado", dos actores se están alternando en el poder: el sector privado y el Estado. El primero continúa siendo el agente dominante de la economía. Este sector, en forma de corporaciones transnacionales, es también el actor más dinámico de la globalización. Y el mundo por ellas liderado está en crisis, una crisis mayor que la que se está señalizando por los meros indicadores económicos. La búsqueda de identidad y de un sentido a la existencia humana, en el plano subjetivo, camina conjuntamente con la búsqueda de formas de organizar la economía y los cambios nacionales e internacionales que promuevan al ser humano, respondan a sus necesidades fundamentales, y generen un equilibrio dinámico con el medio ambiente. Se esparce por el mundo el sentimiento cada día más enraizado de que el sector privado hegemónico no consigue generar un mundo de bienestar y felicidad para todos y cada uno de los ciudadanos, pueblos y naciones. Por otro lado, la tentativa de colocar en las manos del Estado la hegemonía de las decisiones y el control total sobre la economía y la sociedad también se probó históricamente inviable e indeseable. Prueba de esto fué la crisis de los estadismos social-demócrata en Europa y "comunista" en Europa central y oriental entre 1989 y 1990." (Arruda, 1997: 4). La concepción alternativa parte de la realidad de que no solo los recursos de la Tierra son finitos y limitados, sino también de que las necesidades humanas no son ilimitadas. Hay que poner límites concientes al crecimiento, y estos serán el resultado de una socio-economía regida por el principío ético de lo suficiente, que busca más cualidad que cuantidad y que tiene por objetivo principal el desarrollo humano y social, no la acumulación de riquezas o bienes materiales. Volveremos a esto adelante.
3. Sobre las necesidades humanas.
Los autores apuntan "la virtual imposibilidad de definir 'necesidades' de manera significativa y coerente a través del espectro de la distribución de los niveles de vida - en los países y entre países^ (p. 2).
En nuestra opinión la definición de necesidades puede hacerse desde dos perspectivas: una, absoluta, que toma las necesidades de un individuo, grupo social o nación respecto a un patrón ideal de bienestar; la otra, relativa a los precios efectivos, al nivel de consumo de otros sectores de la sociedad, o de otros países. La primera es abstracta e inoperante. Sin embargo, es la que usan los autores para hablar de "la imposibilidad de definir 'necesidades' de manera significativa y coerente..." Dos ejemplos. Se puede hablar de 'necesidades mínimas', que son las vinculadas a un nivel mínimo de subsistencia, como es el caso del sueldo mínimo en Brasil - en teoría, los R$ 130 serían suficientes para que un trabajador sobreviva; en la práctica, alcanza a penas para que una persona compre la canasta básica de alimentos cada mes (en junio de 1998 equivale a R$ 127,61) y nada más. Ni mismo el transporte hacia el trabajo está incluído, mucho menos gastos con educación, ropas o cualquier otra necesidad humana. En este caso, el gobierno y los empresarios no consideran una lista de necesidades básicas referida a la realidad de la vida de los trabajadores y al nivel de precios efectivos en el país. O se puede decir, como la ONU o el Banco Mundial, que hay 1.2 mil millones de personas en la Tierra que son pobres absolutos porque reciben hasta US$ 1 por día. En ninguna parte un tal ingreso es suficiente para la sobrevivencia, excepto entre los indígenas, cuya socio-economía dispensa la moneda y alcanza grados sustentables de bienestar. En este caso, sin embargo, no está contemplado el hecho de que el nivel de precios de los bienes esenciales es variable según el pais. Y si tomáramos los 800 millones de hambrientos que la FAO contabilizó en el mundo en 1997? No sirven de referencia global para definir que son necesidades básicas de la humanidad?
Un ejemplo de la definición relativista: en el caso brasileño, el DIEESE, prestigioso Instituto Intersindical que produce estadísticas sobre el mundo del trabajo, considera que el sueldo mínimo capaz de garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de una familia de 4 personas (el padre o la madre trabajadores y dos hijos dependientes) - también llamado el sueldo mínimo constitucional, porque fué establecido por la Constitución promulgado en julio de 1940 - era, en mayo de 1998, de R$ 810 reales, por tanto 6,2 veces o R$ 690 reales más que el sueldo mínimo oficial del gobierno Fernando H. Cardoso. En este caso se toma en cuenta la familia media del trabajador y el nivel de precios en el mercado cada mes.
En la superficie, las necesidades de los diferentes sectores sociales son muy diferentes. Un rico diría que sus necesidades casi nada tienen a ver con las de un pobre. Sin embargo, si tomamos como referencia los derechos humanos de la persona individual y social, y de los pueblos, podemos decir que todos tenemos semejantes necesidades. Y cabe a una economía sana satisfacerlas. Seguirán siendo relativas a la naturaleza diversa de cada persona, comunidad, pueblo. Pero sí se puede determinar un denominador básico que sirva de guía para la planificación del crecimiento material de la economía y de sus límites.
Por tanto, creemos que es posible una definición relativa consensual de "necesidades humanas". La condición es que se reconozca el derecho ciudadano del trabajador y su familia a la vida, al trabajo y al bienestar compatibles con el mantenimiento de su vida, su reproducción y su desarrollo humano integral. Más allá de esto, salimos del campo de lo suficiente y entramos en el abismo del exceso.
4. Sobre el Capital Humano y el Capital Social
Consideramos un gran progreso que el ser humano haya finalmente entrado en el universo conceptual y vocabular del Banco Mundial como algo más que un simple "factor de producción". Hablar del ser humano como el centro y razón de ser de la economía es algo común en los documentos del Banco desde hace más de una década. Hay que saludar este hecho, y Serageldin es uno de los directores que han estado promoviendo este abordaje y que han estado contribuyendo para sacar la economía del Banco de su marco historicamente neoclásico y neoliberal.
Sin embargo, cumple indicar que el marco conceptual dominante, aun cuando introduce el ser humano como algo más que "mano de obra" en el panorama de la economía, lo hace siempre desde el punto de vista economicista, es decir, de la economía como un sector hegemónico, o aún metonímico, es decir, que es tomado como el todo de la vida humana, cuando de hecho es no más una parte o dimensión de ella, y más, una dimensión "inferior", si tomamos la totalidad de dimensiones y procesos que constituyen el ser humano persona y sociedad. Por eso el ser humano entra como capital en el discurso del Banco Mundial y de los otros organismos del sistema del capital mundial. Sería el pasaje de factor de producción a capital de hecho una promoción?
No nos parece. Es útil, sin duda, distinguir las cuatro esferas productivas: la naturaleza, el mundo cultural o de la naturaleza transformada, el ser humano persona y el ser humano social. Sin embargo ellos no comparten la misma naturaleza! No están en el mismo nivel de participación en el proceso productivo general. Los recursos naturales y el conjunto de productos generados por la acción humana hacen parte del mundo de los objetos. El ser humano persona y sociedad son los actores de aquella creación, los sujetos de la producción. Y el mediador entre ellos, la naturaleza y los productos es el trabajo humano. Por tanto, el ser humano es, en verdad, mucho más que capital en el sentido capitalista. Aunque sea capital en el sentido etimológico, puesto que capital deriva de "capitalis", relativo a la cabeza, al pensamiento, o principal, esencial. De hecho, sin el ser humano, el pensamiento, la inteligencia y el trabajo, o la aplicación concreta de ellos por el sujeto, no habría productos, ni dinero, ni mercancias, ni descubrimiento científico ni progreso técnico. El ser humano sería, en este sentido, el único capital. Sin embargo, en el proceso de reificación del ser humano y personificación del dinero y de los bienes productivos materiales, el capitalismo distorcionó el sentido original de esa palabra y la aplicó justamente a los bienes productivos materiales, sacandolos de su contexto histórico y social y elevandolos a una esfera de aislamiento y abstracción. Este movimiento conceptual consolida el primado del capital sobre el trabajo humano. A él corresponde un segundo movimiento, el que dá al "mercado" el primado sobre las relaciones sociales de producción, para comenzar y, gradualmente, a todas las relaciones humanas -transformando en mercancía todos los aspectos de la existencia humana y el mismo ser humano.
Un mundo de ilusiones se construye a partir de esa gimnasia conceptual. El trabajo humano pasa a ser concebido como concesión, favor hecho a los que son privados de aceso al control de los bienes productivos por el Capital, consubstanciado en la figura de la empresa capitalista. Y el Capital se presenta como el creador de las riquezas y del bienestar, el sujeto. El trabajo humano se vuelve subordinado al Capital a través del sistema asalariado de remuneración, estrictamente vinculado a la superviviencia del trabajador y de su familia. Poco a poco se consolida una cultura de primacia del Capital y del Mercado (el mercado capitalista) y subserviencia y dependencia del Trabajo. Los sindicatos se adecuan a esta cultura y reducen su actividad a la reivindicación de mejores sueldos y empleos, los trabajadores piden empleo y pasan a tomar la empresa algo como su familia, o su benefactora. Ellos y sus organizaciones abandonan un proyecto de economía orientado a las necesidades sociales y humanas de bienestar y felicidad y centrados en el valor del Trabajo y realizan lo que Kurz (1998) llama "su capitulación incondicional" a la hegemonía del Capital. El reflejo de esta capitulación económica en la política es fatal: los trabajadores pasan a elegir como sus representantes en el Estado a los propios capitalistas, creyendo que de ellos vienen los medios para su supervivencia y que de ellos vendrán las políticas de promoción, bienestar y felicidad para los trabajadores.
Todas estas relaciones de opresión, equivocación y alienación están incorporadas en el término Capital Humano y, por extensión, Capital Social.
Dirán sus abogados que cada campo de la ciencia tiene el derecho de leer la realidad desde su perspectiva, y que el campo económico tiene, por tanto, derecho a concebir el ser humano persona y colectividad en cuanto capital. Mi respuesta es que al hacerlo están operando una reducción del ser humano a su dimensión productiva y reproductiva de la superviviencia. Esta es una operación coherente con la metodología científica dominante, atomista, racionalista, mecanicista y determinista, que tiene por característica reducir cualquier fenómeno a su componente más pequeño.
En este momento, hay que tocar en el sentido mismo del término economía. El sentido etimológico es "administración, manejo, control de la casa, del hogar". La definición neoclásica reduce la economía al "uso y distribución de recursos escasos para la producción de las riquezas". Sin embargo, hay una manera mucho más completa y profunda de concebir la economía: como "un sistema de seres humanos que tiene un nivel de pensamiento como su variable fundamental" (Loebl, 1976, 21). Un sistema orgánico e integrado, en que todos los elementos son interconectados e interactivos. Y los elementos humanos en él son el sujeto del mismo sistema. Inmediatamente surje la pregunta: qual es, en esencia, el objetivo de este sistema? La respuesta del Capital es "producir siempre más riquezas y acumular siempre más capital, pues de ahí vienen bienestar y felicidad". Nuestra respuesta es diferente: "producir lo suficiente para responder a las necesidades básicas de la humanidad y de cada ciudadana y ciudadano, para liberar su tiempo y energías para concentrarse siempre más en el desarrollo de sus dimensiones y atributos especificamente humanos".
Esta diferencia de concepción es fundamental y corresponde a dos proyectos diferentes de economía, de ser humano, de empresa, de sociedad, de sentido mismo de la existencia. Para unos, la economía de Mercado como el reino de la libertad; el ser humano y la empresa como entes abstractos y absolutos que, puestos en un espacio colectivo, no tienen otra manera de relacionarse sino la competencia, la agresión, la inimistad, la guerra; la sociedad como una abstracción , el sentido de la existencia, el acumular riquezas y poder, y el maximizar su propio bienestar en cuanto individuo y en contra de todos los otros individuos. Para otros, la economía concebida como una función del bienestar social y humano, fundamento relacional de la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano, medio para liberar su Trabajo concebido como capacidad transformadora y creativa del ser humano; el ser humano, como un ser relacional, naturalmente solidario con el Universo, la Naturaleza y los otros seres humanos, integrado en e integrador de un Cosmos en continua evolución, con un potencial de volverse siempre más el sujeto de su existencia y de su propia evolución y desarrollo en cuanto persona, sociedad y especie; la empresa, como unidad de un sistema diversificado de actores, que interactúan en búsqueda del bienestar de sus miembros e, igualmente, de todos los que componen el sistema como un todo. De aquí emerje una definición de eficiencia que yá no es la maximización de los potenciales productivos o lucrativos del individuo o de la empresa, sino la maximización de los potenciales humanos del individuo y de la empresa mirando a la maximización del desarrollo de los potenciales del conjunto del sistema, que es toda la sociedad y, más allá, de toda la humanidad y su ecosistema.
Replantear el trabajo humano, individual y social, en cuanto el verdadero creador de la riqueza, de los descubrimientos científicos, del progreso técnico en cuanto conocimiento y ciencia aplicada, nos obliga a adoptar otra terminología: en vez de capital humano, Trabajo Humano, o fuerza de trabajo humana, y en vez de capital social, Trabajo Social, o fuerza de trabajo social.
De nuevo, Loebl (1976, 11-12) nos ayuda a entender la orígen concreta de la riqueza, del progreso científico y técnico y del valor al mostrar que la economía contemporanea es "un sistema único, increíblemente complejo e integrado, que funciona como un solo transformador gigantesco. Yá no es significativo hablar de cooperación voluntaria entre unidades autónomas. La producción basada en la ciencia aplicada es un sistema orgánico en el cual los factores de producción no pueden existir ni ser comprendidos aisladamente... La economía se volvió un sistema integrado que presentemente incluye el esfuerzo activo de practicamente todos los trabajadores... La 'célula' de nuestro sistema socio-económico integrado es compuesta de seres humanos pensantes. Devemos ver la sociedad como un sistema de gente creativa, un sistema sui generis y diferente de cualquier otro sistema que observamos en la naturaleza..." En otras palabras, la riqueza hoy es creada por el conjunto de las personas creativas de hoy y de ayer! Las que producen hoy en redes complejas de interconexión material, cognitiva, emocional, psíquica, y los que produjeron ayer, incluso los seres humanos creativos de hoy! Ningún término, en mi opinión, es más adecuado para identificar este conjunto de personas creativas sin perder la dimensión de la subjetividad y la singularidad de cada individuo que compone este conjunto, que el de individuo social (Marx, 1857-58: 704-706).
5. Que Prioridad a la Inversión en el Trabajo Creativo del Individuo Social?
Habría aquí una convergencia de mi pensamiento con la tésis de los autores de que "el desarrollo puede ser mejor realizado mediante la inversión en los seres humanos" (p. 5). Observando primeramente el campo de los abogados del concepto de Capital Humano y Social, sobretodo los economistas del Banco Mundial, encontramos que hay un conflicto entre los neoclásicos-neoliberales y los que podríamos llamar de neokeynesianos. Unos defienden que todos los sectores de la socio-economía deben ser privatizados, que todos los aspectos de la vida y del ser humanos deben volverse mercancías a ser transaccionadas en el espacio omnipresente y omnipotente del Mercado (mercado capitalista). Ellos atribuen todo y cualquier problema que ocurre en la economía y la sociedad a distorciones en la libertad de los mercados. Los otros plantean que un cierto grado de intervención estatal es necesario para equilibrar las contradicciones y para compensar los efectos antisociales de la libertad del Capital, sin romper la subordinación del Trabajo. Viene más que todo de estes últimos la propuesta de que "el crecimiento económico es importante. Pero la gente es mucho más importante" (introducción de una publicación del Banco Mundial sobre indicadores de sustentabilidad).
Sin embargo, los documentos de política y de estrategia del Banco Mundial no son coherentes con el planteamiento del primado del ser humano sobre la economía. Casi la totalidad de las propuestas de políticas macroeconómicas y macrosociales del Banco toman como estrategia principal la privatización y como sujetos principales las empresas de sector privado. Hay un divorcio entre la concepción democrática en lo político y la autocracia en lo económico. Sin embargo, la realidad es que la base de la concepción de lo privado es la exclusión, no la inclusión ni mucho menos la emancipación. Dejar la economía, o pasar la economía, casi exclusivamente a las manos de los capitalistas privados obliga a que las políticas sociales propuestas por el Banco tengan un caracter a penas compensatorio. Este es el otro divorcio operado por su concepción, el divorcio entre la economía y la sociedad. Puesto que, por principio o por "ley natural", lo económico es lo principal y su medio ambiente y principal factor es el Mercado, los efectos negativos o aún perversos de este Mercado sobre lo social tienen que ser "compensados" a través de políticas manejadas por el Estado.
Somos siempre más numerosos los que planteamos la superación de estas divisiones artificiales entre democracia politica y economía, y entre economía y sociedad. En esto el proyecto es de una economía orientado hacia lo social, o la satisfacción de las necesidades de toda la sociedad y de cada ciudadana y ciudadano - una socio-economía, tejida por la organización autónoma y autogestionaria de los trabajadores en empresas-comunidades cooperativas o asociativas, y basada en principios como la cooperación, el compartir, la complementaridad, la búsqueda de la eficiencia del conjunto del sistema y no solo de sus componentes individuales o grupales, la co-responsabilidad y la solidaridad.
Reorientar las inversiones y los recursos producidos por el conjunto de la sociedad hacia el ser humano individuo y colectividad, según este razonamiento, es obviamente la prioridad. Pero por razones mucho más radicales que las de los abogados de un Estado capitalista más activo en lo económico. Y buscando objetivos también mucho más radicales: el empoderamiento de los agentes socio-económicos, para que construyan individual y colectivamente un poder económico real, basado en redes de pequeños y medios emprendimentos autónomos, autogestionarios y solidarios a la vez, y, con base en ese poder económico, se vuelvan sujetos políticos hegemónicos a mediano y largo plazo, capazes de hacer del Estado un instrumento verdaderamente público de orquestración, negociación y regulación de los intereses comunes, respectando y promoviendo, y no sacrificando la diversidad y la singularidad de aquellos agentes.
Además, invertir en la capacidad de trabajo del individuo social significa orientar una masa creciente de recursos a la educación, al entrenamiento no solamente técnico, sino también administrativo y gestionario, intelectual, emocional y psíquico del ser humano, al desarrollo de su potencial de vida social y colectiva, y a la investigación científica y desarrollo tecnológico. Todo eso implica una redefinición, por cierto una inversión de prioridades respecto a las que hoy promueven el Banco Mundial y los actores hegemónicos de la globalización competitiva.
6. Comentario Sobre las Definiciones de Capital Social en Serageldin y Grootaert
El tratamiento economicista por los autores, y por aquellos que su ensayo menciona, se muestra más evidente en la discusión de los tres tipos de definición de Capital Social. La definición que incluye entre las asociaciones horizontales de personas y a las redes de involucramiento cívico a las mafias y redes sociales de corrupción confirma el análisis que hice al principio de este texto, al criticar la absolutización y fetichización del crecimiento económico. Tratase de incluir al lado de redes de lo que llamamos ciudadanía activa a grupos corporativos que son movidos por intereses particulares (privados) y que usan cualquier medio para imponerlos a la colectividad. Los ejemplos históricos de este tipo de "egoismo colectivo" son inúmeros: las persecuciones, torturas y ejecuciones promovidas por la Iglesia Católica Romana durante la Inquisición, el genocidio de los aborígenes de las Américas por los europeus en seguida a la Conquista, el nazismo, el fascismo, las diversas persecuciones y guerras étnicas recientes, las varias formas de colonialismo e imperialismo, etc. Poner las redes de corrupción, de tráfico de drogas, de mujeres, de niños, de órganos y de sangre humanos, en la misma categoría que las redes ciudadanas basadas en una solidaridad altruísta, orgánica, responsable significa reforzar la aparencia neutra y amoral del Capital. En verdad, el Capital nada tiene de neutral ni de amoral (Arruda, 1994). Para el Capital cualquier medio es justificado por el fín de acumular ganancia y hacer crecer la riqueza, incluso las formas ilegales e imorales de hacer negocios.
La noción de Capital Social como involucrando el ambiente social y político, incluso las estructuras del Estado, permite un acercamiento a la realidad de que no hay divorcio ni descontinuidad entre lo económico, lo social y lo político. Sin embargo, no es suficiente enfocar las instituciones sin enfocar igualmente los sujetos individuales y colectivos de ellas. Enfocar los sujetos implica desplazar el concepto del Capital para el Trabajo Social! De nuevo, hay que introducir una desconstrucción y una reconstrucción del concepto y la práctica de democracia, introduciendo dos perspectivas. Una, el respecto a la diversidad de los sujetos y la valorización de su subjetividad y su singularidad, lo que implica en valorizar lo personal, lo comunitario, lo nacional y lo regional, como única base sustentable de una globalización desde abajo; sin base territorial, física y cultural, no hay ni diversidad ni historia. La segunda, la concepción sistémica e integral de lo social, lo cultural, lo político y lo económico, para que ese concepto tenga consecuencias concretas y no se quede flotando en el aire de la especulación académica.
La identificación de los razgos comunes a las tres concepciones de Capital Social apunta para aspectos valiosos (p. 13, "box 1"), sobretodo por sus implicancias. Coincide con la propuesta de la parte subsecuente del ensayo, de integración de las tres nociones de forma complementar. La discusión sobre las interacciones del "capital social" entre los niveles micro y macro ocupa la parte siguiente del ensayo. Podemos encontrar ahí una convergencia con nuestra convicción de que las interacciones que generan transformaciones efectivas parten de lo micro pero involucran, a la vez, lo meso (el nivel de las redes e interacciones sectoriales) y lo macro, lo local, lo regional y nacional y lo global. Ni pura diversidad, ni pura unidad, sino unidad en la diversidad.
· "Todas las concepciones conectan las esferas económica, social y política." La implicancia es que un proyecto democrático de Estado y de desarrollo social tiene que tener estructuras y modos de relación económica coherentes, por tanto también democráticas. Ni sector privado, ni Estado, sino una sociedad que se empodera para conquistar la hegemonía a través de miríadas de iniciativas locales de autodesarrollo, interconectadas e interactivas, y orquestradas y reguladas por entes estatales instituídos y monitorados desde abajo. Pero a esto, por supuesto, no llegan los autores. · "Todas enfocan las relaciones entre agentes económicos y como la organización formal o informal entre ellos puede aumentar la eficiencia de las actividades económicas". La implicancia es que, si las relaciones son inescapables, es decir, si hay solidaridad natural entre los agentes, los ciudadanos, las empresas, las instituciones, entonces las tareas - también inescapables -- son, por un lado, transformar esta solidaridad natural en solidaridad conciente y activa, lo que incluye la creación de empresas-comunidades y de mercados cooperativos y solidarios, más que competitivos; y, por otro, que no se puede sacrificar la eficiencia del conjunto del sistema en beneficio de la eficiencia de cada parte de él. La eficiencia tiene que ser concebida con referencia a los objetivos más generales, estrategicos e incluyentes - el bienestar y la felicidad, dinámica, solidaria, co-responsable, sustentable, de cada una/uno y de todos los miembros de la sociedad y de la especie humana, incluso, por ende, de las generaciones futuras. · "Todas suponen que relaciones e instituciones sociales 'deseables' tienen externalidades positivas." El papel del sector público es extraído, por los autores, a posteriori, es decir, de la afirmación de que, "porque esas externalidades no pueden ser apropiadas por ningún individuo en particular, cada agente tiene la tendencia a subinvertir en el capital social". Dos observaciones. Una, que si hay interconexión entre lo económico, lo social y lo político, entonces el concepto de "externalidad" pierde mucho de su vigor, y las positividades de la inversión en lo social mencionadas pasan a ser inherentes al conjunto del sistema y a hacer parte de la racionalidad y de la praxis política. Dos, que el sector público tiene, en la perspectiva sistémica, orgánica y dinámica de la socio-economía política, un papel que es a priori el de orquestrar y articular la diversidad, catalizar los procesos de definición de prioridades y de construcción de consensos acordados, entre los cuales el de priorizar la inversión en el individuo social. Pero la "inversión" más productiva será justamente el empoderamiento compartido del individuo social para volverse el actor principal de la socio-economía y de la política, actor, más que delegador, sujeto, más que objeto, pensador y a la vez ejecutor. · El último aspecto refierese al mejoramiento de los resultados en términos de desarrollo, cuyos efectos positivos o negativos dependen de la naturaleza horizontal o vertical de las relaciones, del contexto cultural y axiológico preexistente y del ambiente legal y político más amplio. La implicancia sería, sobretodo, que habría que investigar en la práctica si las relaciones horizontales - es decir, democráticas y participativas, autónomas, autogestionarias y solidarias -- de poder, de control y manejo de bienes productivos y de recursos, incluso de las finanzas, no generan solamente resultados más positivos de mejoramiento de la cualidad del desarrollo ecosocial y humano, sino también resultados más sustentables en términos de equilibrio ecosocial, ecosistémico, político (de gobernabilidad), intergenérico e intergeneracional. Esta, para mí, más que una hipótesis, es una convicción. * * * BIBLIOGRAFIA
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